jueves, 30 de junio de 2011

Aunque mi padre y mi madre me dejaren

Aunque mi padre y mi madre me dejaren


“Aunque mi padre y mi madre me dejaren, con todo, Jehová me recogerá”
Salmos 27:10
Hace unos días tuve la oportunidad de visitar con un grupo de compañeros un hogar de niñas adolescentes, y a decir verdad fue una experiencia inolvidable, pero que me ha dejado muchas enseñanzas y muchas reflexiones.
Fue hermoso el cariño devuelto por cada una de ellas, por cada abrazo nos devolvían 10, por cada caricia más aun, fue conmovedor.
Y en esos momentos comencé a sentir la necesidad de esas almas tan pequeñas e indefensas, su necesidad de amor, de cariño, de un simple abrazo, una caricia o hasta un saludo. El dolor de sus vidas por ser abandonadas, olvidadas, maltratadas, corría por mis venas, sus miradas penetraban las mías, y lo único que deseaba era salvarlas de esa vida que solo las llenaban de mas vacios.
Conversamos con ellas, jugamos, nos reímos, pero en mi mente seguía esa palabra firme que traspasaba mi corazón: abandonadas.
Y esta es la realidad que nos rodea, personas que viven en oscuridad, en tristeza, sin sentido, abandonadas, y cuantas veces por nuestro egoísmo, por nuestro YO agigantándose cada vez mas dejamos de mirar a nuestro alrededor, ¡de mirar a aquellos ojos q tanto necesitan de Dios!
Abandonadas. Pero ante esta situación, Dios, mi Padre amado, me recordó su promesa tan cálida, tan eterna, tan reconfortante, que me dio las fuerzas para hablar a estas niñas tan bellas con una vida por delante: Aunque mi padre y mi madre me dejaren, Con todo, Jehová ME RECOGERA.
Que bellas cada una de estas palabras y que llenas d vida que están cuando parece que todo se oscurece, qué bello es saber que a pesar del abandono de quien fuere en nuestras vidas, ahí está nuestro padre dándonos la vida eterna, saciando nuestras almas, siendo la roca eterna de la cual ¡nunca hemos de caer!
¡Qué esperanza tenemos en el al apropiarnos de estas palabras!
Seguramente alguna vez te habrás sentido abandonada y tus fuerzas se han acabado, tus esperanzas se han terminado, y tal vez careciste de sentido, ¡pero quiero animarte a que te apropies de cada una de estas palabras, que te apropies del Dios q no esta muerto, que vive y quiere llenar tu vida, darte la oportunidad de sentirte amado, amada, viva, gozosa!
Yo me he sentido abandonada, pero en el encontré la fuente de vida, el que sacia, el que me llena, en quien confío, quien me sostiene, me levante como las águilas y hace que mis días sean nuevos.
¡Vamos! ¡Arriba! ¡Dios te da la oportunidad como a esas niñas conocer de el amor de nuestro Padre! ¡No desperdicies la oportunidad que él te da, de levantarte en sus manos, caminar por ti, y darte una nueva vida en El!

“Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensara en mi.”

Salmos 40.17

El fin que esperáis


“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.”
Jeremías 29:11
En ocasiones la voluntad de Dios no será lo que esperamos. Tendrá forma de malas noticias o dolor, tintes de calamidad o fachada de casos desesperanzados; y esto puede causar confusión en nuestros corazones. Y en algunos casos su endurecimiento.
Pero es ahí donde debemos de recordar que el Señor solamente tiene pensamientos de paz y no de mal, para darnos lo que tanto anhelamos. La enfermedad no es enviada para matarnos; sino para glorificar el nombre de Dios, ya sea en vida para dar testimonio o en muerte para resurgir a la vida eterna. Una caída no es enviada para avergonzarnos o mostrarnos lo frágil que somos, sino para manifestar el poder de Dios al levantarnos. Un sueño frustrado no ha sido enviado para dejar de soñar, más para que entendamos que los sueños de Dios son más grandes que los nuestros.
Imagina esto; una flecha pide ser la más afilada del mundo, su dueño le escucha y le somete al filo del acero para convertirle en la más poderosa de su clase, la flecha al sentir el dolor clama para que el dolor cese sin comprender que solamente pasando por ese proceso se convertirá en lo que tanto anhela. De igual manera todos los procesos a los que somos sometidos son respuestas a nuestras oraciones para darnos solo lo mejor.
Sea lo que sea que estés viviendo es parte del camino que te llevará a ese final que tanto anhelas, por lo que no debes de evitarlo. Por el contrario pide a Dios el discernimiento correcto para enfrentar con paz en tu corazón ese proceso, que quizás por el momento sea molesto pero te convertirá así cómo a la flecha en alguien sumamente glorioso/a y afilado/a.

Mantén tu paz y recibe lo que tanto anhelas.