No
siempre son ganadores. Se entrenan a diario, muchas horas, a veces sin
suficientes patrocinadores o apoyo estatal que garanticen un sustento
económico. Pero como deportistas de élite, siguen adelante en su esfuerzo por
lo mejor. Estas son algunas de las lecciones que, según la ciclista Ashleigh
Moolman-Pasio, le han ayudado a entender mejor a Dios.
Moolman
(26 años) es cristiana evangélica y, aunque su nacionalidad es sudafricana, se
entrena desde hace algún tiempo en Europa. En la prueba de ciclismo en ruta
femenino de estos Juegos Olímpicos quedó en el puesto 16, algo lejos de las
medallas, pero a escaso tiempo de las favoritas.
También
lo negativo de un deporte individual como el suyo, en el que dice encontrar
actitudes “egoístas y egocéntricas”, le ayudan a fortalecer su fe en Dios. La
relación de su deporte, el ciclismo individual, con la fe, se presenta para
ella como otro reto. “Me interesa demostrar que puedo ser un atleta serio, ser
competitiva, sin ser egoísta y materialista”, explica.
PRUEBAS
Y CRECIMIENTO
Un
mundo como el del ciclismo es duro, pero para la sudafricana quizá haya pasado
por circunstancias especialmente difíciles. En el año 2009 se rompió la
clavícula en una caída. En los doce meses siguientes volvió a sucederle lo
mismo en dos ocasiones, complicando su carrera.
Sin
embargo, la atleta sudafricana parece repuesta de estas lesiones, lo que le ha
permitido estar entre las 20 mejores en los Juegos Olímpicos de Londres. Ella
reconoce que las dificultades también le ayudaron a confiar más en Dios.
“Realmente he confiado en mi fe para seguir adelante, especialmente en tiempos
difíciles, como al romper mi clavícula en tres ocasiones. Sin la fe en Dios,
creo que me habría dado por vencida. Se trata sólo de tener paciencia y confiar
en él”, asegura.
TESTIMONIO
A OTRAS ATLETAS
Pero no
es sólo en los malos tiempos en los que Ashleigh reconoce a Dios . Ella suele
orar en plena carrera, sobre la bicicleta – “ese es mi mejor tiempo con Dios”,
confiesa. “A través del deporte me he dado cuenta de cuán grande es Dios. Me
gusta dar gloria a Dios en los buenos tiempos. Esa es mi meta en este deporte”,
cuenta Ashleigh.
Moolman-Pasio
se entrena en Europa junto a su compañera de equipo Joanna van de Winkel, de 30
años, también una mujer de fe. “Le damos gracias a Dios y nos ponemos en sus
manos. Eso nos ayuda a descansar cuando nos toca competir en grandes citas”,
apunta.
La
sudafricana ha notado una diferencia en Europa con respecto a la fe de los
deportistas. Así como en Sudáfrica es habitual encontrar atletas cristianos, en
Europa es más bien la excepción. “En Europa no suelen tener una fe fuerte en
Dios. Para mí, estar aquí es una oportunidad para comunicar mi fe y mostrar a
los atletas europeos que realmente eso marca la diferencia”, concluye. Una
diferencia que va mucho más allá del triunfo o la derrota.
Fuentes:
Christian Today, Protestante Digital
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